jueves, 14 de febrero de 2013

Fin de cursos: ¿riesgo o virtud de equivocarse?

Estamos en la recta final de un largo curso (y si que se ha extendido este semestre). La verdad es que ha  sido difícil y extraordinario en muchos sentidos. Atravesamos un conflicto que paró la universidad por más de dos meses (y que aún no se termina de resolver). Veía las fotos de inicios del curso y me daba cuanta de todos los  compañeros que aún no han podido regresar a clases, una ardua  labor nos espera el próximo semestre para ayudar a nuestra querida casa de estudios a reestablecerse.

Mi mensaje es el siguiente. En el  curso de cultura científico-humanística II hemos decidido seguir un camino algo diferente de aprendizaje. Para ello, ustedes, los estudiantes, se arriesgan a moverse fuera de su zona de confort. Se arriesgan por que conducen un proyecto de indagación que exige autonomía y adentrarse en temas, conceptos y problemas a los que no están acostumbrados. Para colmo, deben utilizar nuevas herramientas digitales y  metodológicas.

Pero también el in/docente, o sea yo, se  arriesga: debe primero reprimirse a tiempo de decir "eso no lo podemos hacer por lo pronto, vamos a acotar el asunto en...", y contenerse  de decir "no puedes". Enfrenta también el reto porque el proyecto del estudiante demanda que el in/docente investigue a la par sobre muchos temas nuevos, pues las ideas de los estudiantes conducen a combinaciones, mezclas de contenidos (problemas, conceptos, teorías) inusuales. 





Cuando salimos de la zona de confort nos puede dar miedo a equivocarnos, especialmente en la escuela donde la equivocación y el error son mal vistos y muchas veces castigados. Pero, como lo  hemos platicado en clase, el error es fundamental para el aprendizaje. Así que les dejo el siguiente video para que concluyamos los proyectos (hasta donde nos de el tiempo) por el gusto que nos provocan y sin temor, que en el final, como en el principio y durante todo el trayecto, lo importante es creer en lo que hacemos.

Ed Catmull, Presidente y co-fundador de Pixar, además de presidente de Walt Disney Animation Studios, nos cuenta por qué vale la pena equivocarse.